A los demás les dijo que salieran agarrados de tablas o de restos del barco. De esta manera todos llegamos sanos y salvos a tierra.
Pero ahora les aconsejo cobrar ánimo, porque ninguno de ustedes perderá la vida. Solo se perderá el barco.
y me dijo: “No tengas miedo, Pablo. Tienes que presentarte ante el césar. Dios te ha escuchado y ninguno de los que navegan contigo morirá”.
«Si el que es bueno a duras penas se salva, ¿qué será del pecador que no cree en Dios?».
Entonces Pablo les dijo al capitán y a los soldados: «Si esos no se quedan en el barco, no podrán salvarse ustedes».