Después de que Pablo tuvo la visión, en seguida nos preparamos para salir hacia Macedonia. Estábamos convencidos de que Dios nos había llamado a anunciar la buena noticia a los macedonios.
Después de subirlo a bordo, amarraron con sogas todo el casco del barco para reforzarlo. Y, como tenían miedo de que el barco fuera a quedar atrapado en los bancos de arena de la Sirte, bajaron las velas y dejaron que el viento los llevara a donde fuera.
Los marineros intentaron escapar del barco. Inventaron la excusa de que iban a echar algunas anclas por la parte delantera del barco. Pero, en realidad, comenzaron a bajar el bote salvavidas al mar.