Luego de dos años, Félix dejó su cargo, y Porcio Festo fue nombrado nuevo gobernador. Pero, como Félix quería agradar a los judíos, dejó preso a Pablo.
Yo no sabía cómo investigar tales cuestiones. Por eso le pregunté a Pablo si estaba dispuesto a ir a Jerusalén para ser juzgado allí por esas acusaciones.
Le pidieron con insistencia a Festo que les hiciera el favor de trasladar a Pablo a Jerusalén. Lo cierto es que ellos estaban planeando matarlo en el camino.