Les respondí que esa no es nuestra costumbre. Nosotros los romanos le damos al acusado la oportunidad de defenderse y ver la cara de sus acusadores.
―¿Acaso nuestra Ley condena a un hombre sin antes escucharlo y averiguar lo que hace?
Cuando me informaron que se planeaba una trampa para matar a este hombre, decidí enviarlo ante usted en seguida. También les ordené a sus acusadores que presentaran delante de usted las acusaciones que tengan contra él.
Entonces Agripa le dijo a Pablo: ―Tienes permiso para defenderte. Pablo hizo una señal con la mano y comenzó así su defensa:
»Pero, cuando los lleven a juicio ante las sinagogas, los gobernantes y las autoridades, no se preocupen de cómo van a defenderse o qué van a decir.
le dijo: «Escucharé lo que tengas que decir cuando lleguen tus acusadores». Y ordenó que lo dejaran bajo vigilancia en el palacio de Herodes.