―Mira, no se lo digas a nadie. Solo ve y preséntate ante el sacerdote. Lleva por tu sanidad la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio.
No se deje convencer, porque más de cuarenta de ellos estarán escondidos esperando a Pablo. Han jurado bajo maldición no comer ni beber hasta que hayan logrado matarlo. Ya están listos. Solo esperan a que usted diga que sí.
Entonces el comandante llamó a dos de sus capitanes y les ordenó: ―Quiero que esta noche, a las nueve, vayan a Cesarea. Alisten un grupo de doscientos soldados de infantería, setenta de caballería y doscientos lanceros.