Al día siguiente, salimos de allí y llegamos frente a Quío. Al otro día, cruzamos en dirección a Samos, y un día después llegamos a Mileto.
Erasto se quedó en Corinto; a Trófimo lo dejé enfermo en Mileto.
Así que, Pablo mandó llamar a los líderes de la iglesia de Éfeso para que vinieran a Mileto.
Cuando se encontró con nosotros en Asón, él subió al barco y nos fuimos a Mitilene.