Cuando llegamos a Macedonia, no tuvimos ningún descanso. Más bien, encontramos dificultades por todas partes. Nos vimos rodeados de problemas y luchando con el temor.
Después de todo lo ocurrido, Pablo tomó la decisión de ir a Jerusalén. De camino, pasó por Macedonia y Acaya. Y decía a todos: «Después de estar en Jerusalén, tengo que visitar Roma».
Al salir para Macedonia, te encargué que te quedaras en Éfeso. Allí hay unos que dicen ser maestros dando falsas enseñanzas, y te pedí que les ordenaras que dejen de hacerlo.
Cuando lo encontró, lo llevó a Antioquía. Durante todo un año se reunieron los dos con la iglesia y enseñaron a mucha gente. Fue en Antioquía donde a los discípulos se les llamó «cristianos» por primera vez.
y se quedó ahí tres meses. Cuando estaba a punto de salir en barco para Siria, supo que los judíos estaban planeando hacer algo contra él. Por eso, decidió regresar por Macedonia.
Esas poderosas maravillas y milagros que he hecho las he logrado hacer gracias al poder del Espíritu de Dios. Comencé a anunciar la buena noticia de Cristo en Jerusalén, por todas partes, hasta la región de Iliria.