Ya que estos hechos son innegables, es preciso que ustedes se calmen y no hagan nada sin pensarlo bien.
El secretario del concejo municipal logró calmar a la gente y dijo: ―Ciudadanos de Éfeso, ¿acaso no sabe todo el mundo que la ciudad de Éfeso es guardiana del templo de la gran Artemisa y de su estatua bajada del cielo?
Ustedes han traído a estos hombres, aunque ellos no han hecho nada contra el templo ni han ofendido a nuestra diosa.
En esa gente no se podrá confiar, pues serán personas que actuarán por impulso, llenas de orgullo. Serán más amigos del placer que de Dios.