En esta nueva manera de vivir no importa si eres griego o judío, si estás circuncidado o no lo estás, si eres extranjero o un salvaje, si eres esclavo o eres libre. Cristo es todo lo que importa, y él vive en todos nosotros.
Pero pregunto: ¿Acaso no oyeron el mensaje? ¡Claro que sí! «Por toda la tierra se escuchó su voz, ¡su mensaje llega hasta el último rincón del mundo!».
Les digo la verdad, no me avergüenzo del mensaje de la buena noticia. Es un mensaje con el poder de Dios para la salvación de todos los que creen: primero de los judíos, pero también de los no judíos.
y me decía: «Escribe en un libro lo que veas y envíalo a las siete iglesias: a Éfeso, a Esmirna, a Pérgamo, a Tiatira, a Sardis, a Filadelfia y a Laodicea».
Los saluda Juan. Escribo este libro a las siete iglesias que están en la provincia de Asia. Le pido a Dios, quien es, era y vendrá, que los llene de su amor inmerecido y de su paz. Lo mismo pido a los siete espíritus que están delante de su trono
Los saluda Pedro, apóstol de Jesucristo. Dirijo esta carta a ustedes, los elegidos, que viven como extranjeros en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia.
Con él se pusieron a discutir unos hombres de la sinagoga llamada de los Libertos. Entre ellos había judíos de Cirene y de Alejandría, de Cilicia y de la provincia de Asia.