Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su familia. También creyeron y fueron bautizados muchos de los corintios que oyeron a Pablo.
Entonces se fueron todos sobre Sóstenes, el jefe de la sinagoga, y lo golpearon delante del tribunal. Pero Galión no le dio ninguna importancia al asunto.
Al terminar la lectura de la Ley y los Profetas, los jefes de la sinagoga mandaron a decirles: «Amigos, si tienen algún mensaje de aliento para el pueblo, hablen».
Todavía estaba hablando Jesús cuando llegaron unos hombres de la casa de Jairo, jefe de la sinagoga, para decirle: ―Tu hija ha muerto. ¿Para qué sigues molestando al Maestro?
Esta carta va dirigida a ustedes, que son la iglesia de Dios en Corinto. Ustedes han sido elegidos por Dios por medio de Cristo Jesús, para ser miembros de su santo pueblo. Y ese privilegio lo comparten con todos los que oran a nuestro Señor Jesucristo en todo lugar. Él es Señor de todos nosotros.
Los saluda Pablo, y también Timoteo, nuestro hermano en la fe. Soy apóstol de Cristo Jesús porque Dios así lo quiso. Esta carta va dirigida a ustedes, que son la iglesia de Dios en Corinto, y a todos los creyentes en toda la región de Acaya: