Nosotros les tenemos un gran cariño, y nos da alegría compartir con ustedes no solo la buena noticia de Dios, sino también nuestra vida. ¡Tanto llegamos a quererlos!
Les digo la verdad, no me avergüenzo del mensaje de la buena noticia. Es un mensaje con el poder de Dios para la salvación de todos los que creen: primero de los judíos, pero también de los no judíos.
Yo soy el más insignificante de todos los creyentes. Sin embargo, recibí este privilegio inmerecido de predicar a las naciones acerca de las incontables bendiciones que Cristo nos puede dar.