No tengas miedo de lo que estás por sufrir. Debes saber que el diablo meterá en la cárcel a algunos de ustedes. Lo hará para ponerlos a prueba; y tendrán que sufrir durante diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.
El carcelero despertó y vio las puertas de la cárcel de par en par. Entonces sacó la espada para matarse, porque pensaba que los presos se habían escapado. Estaba a punto de hacerlo,
Después de arrestarlo, lo metió en la cárcel. Allí lo puso bajo la vigilancia de cuatro grupos de cuatro soldados cada uno. Tenía la intención de hacerle un juicio público después de la Pascua.
Por eso le pidió al sumo sacerdote que le diera cartas de autorización. Quería ir a las sinagogas de Damasco para arrestar a todos los que creían en Jesús. Los llevaría presos a Jerusalén, fueran hombres o mujeres.
«Encontramos la cárcel cerrada, con todas las medidas de seguridad, y a los guardias firmes a las puertas. Pero, cuando abrimos, a nadie encontramos adentro».
»Pero, antes de todo esto, los perseguirán y los arrestarán. Los entregarán a las sinagogas y a las cárceles. Por causa de mi nombre los llevarán ante reyes y gobernadores.
Yo, Juan, soy su hermano en la fe. Con ustedes comparto el sufrimiento, el reino y el seguir confiando en Jesús. Yo fui enviado a la isla de Patmos como castigo por anunciar el mensaje de Dios y hablar acerca de Jesús.
¿Son servidores de Cristo? ¡Qué locura! Yo lo soy más que ellos. He trabajado mucho más que ellos, he sido encarcelado más veces. He recibido los azotes más crueles, he estado en peligro de muerte repetidas veces.