No olvidemos que, desde hace mucho tiempo, la Ley de Moisés siempre se ha predicado y leído en cada ciudad. Esto se hace cada sábado en las sinagogas».
Al terminar la lectura de la Ley y los Profetas, los jefes de la sinagoga mandaron a decirles: «Amigos, si tienen algún mensaje de aliento para el pueblo, hablen».
Los habitantes de Jerusalén y sus gobernantes no reconocieron a Jesús. Por tanto, al condenarlo, cumplieron las palabras de los profetas que se leen todos los sábados.