El secretario del concejo municipal logró calmar a la gente y dijo: ―Ciudadanos de Éfeso, ¿acaso no sabe todo el mundo que la ciudad de Éfeso es guardiana del templo de la gran Artemisa y de su estatua bajada del cielo?
El templo del dios Zeus estaba en las afueras, cerca de la entrada de la ciudad. Entonces su sacerdote llevó toros y guirnaldas al lugar. Tanto él como la gente querían ofrecer sacrificios en honor de Pablo y Bernabé.