Al ver lo que Pablo había hecho, la gente comenzó a gritar en el idioma de Licaonia: ―¡Los dioses han tomado forma humana y han venido a visitarnos!
La gente esperaba que se hinchara o cayera muerto de repente. Pero, después de esperar un buen rato, vieron que nada extraño le pasaba. Entonces cambiaron de idea y decían que era un dios.
Todos, desde el más pequeño hasta el más grande, le prestaban atención y decían: «¡Este hombre es al que llaman el Gran Poder de Dios!».
La gente gritaba: «¡Voz de un dios, no de hombre!».
Al darse cuenta de esto, los apóstoles huyeron a la región de Licaonia y sus alrededores. Allí visitaron los pueblos de Listra y Derbe,
A Bernabé lo llamaban Zeus y a Pablo, Hermes, porque era el que hablaba a la gente.