Les consta además que el tal Pablo ha logrado convencer a mucha gente no solo en Éfeso, sino en casi toda la provincia de Asia. Él dice que no son dioses los que se hacen con las manos.
Y el mensaje de Dios llegaba a la gente, de modo que la cantidad de discípulos aumentaba considerablemente en Jerusalén. Incluso muchos de los sacerdotes aceptaban el mensaje.