Fueron apedreados, partidos por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron huyendo de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra. Pasaron necesidades, sufrieron y fueron maltratados.
―Ciertamente beberán de mi copa —les dijo Jesús—, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí decidirlo. Eso ya lo ha decidido mi Padre.
―No saben lo que están pidiendo —les respondió Jesús—. ¿Pueden acaso beber el trago amargo de la copa que yo bebo, o pasar por la prueba del bautismo con el que voy a ser probado?
Ellos dijeron: ―Sí, podemos. ―Ustedes beberán de la copa que yo bebo —les respondió Jesús— y pasarán por la prueba del bautismo con el que voy a ser probado.