El carcelero despertó y vio las puertas de la cárcel de par en par. Entonces sacó la espada para matarse, porque pensaba que los presos se habían escapado. Estaba a punto de hacerlo,
Con la mano Pedro les hizo señas de que se callaran, y les contó cómo el Señor lo había sacado de la cárcel. ―Cuéntenles esto a Santiago y a los otros creyentes —les dijo. Luego salió y se fue a otro lugar.
Herodes ordenó buscar a Pedro, pero no lo encontraron. Entonces interrogó a los soldados y mandó matarlos. Después, viajó de Judea a Cesarea y se quedó allí.