»Cuando comencé a hablarles, el Espíritu Santo descendió sobre ellos. Tal como descendió sobre nosotros al principio, así lo hizo sobre ellos.
Cuando Pablo les puso las manos, el Espíritu Santo vino sobre ellos. Entonces empezaron a hablar en lenguas y a profetizar.
Después de haber orado, tembló el lugar en que estaban reunidos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y predicaban la palabra de Dios sin ningún temor.
Pedro se quedó en Jope un buen tiempo, en casa de un tal Simón, que era curtidor.