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Referencias Cruzadas

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Hechos 10:22

Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Ellos le contestaron: ―Venimos de parte del capitán Cornelio, un hombre justo y que adora a Dios, respetado por todo el pueblo judío. Un ángel de Dios le dijo que tenía que invitarlo a usted a su casa, porque usted tiene algo que decirle.

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36 Referencias Cruzadas  

Él te traerá un mensaje mediante el cual serán salvos tú y toda tu familia”.

Él y toda su familia amaban y obedecían a Dios. Cornelio ayudaba a los judíos pobres y oraba a Dios constantemente.

En cuanto a Demetrio, todos hablan muy bien de él, y hemos comprobado que esto es verdad. También nosotros pensamos bien de él, y bien sabes que no mentimos.

Recuerden el mensaje que los santos profetas anunciaron en el pasado. También recuerden el mandamiento que dio nuestro Señor y Salvador por medio de los apóstoles.

Se han acercado a la multitud de los que Dios ha tratado como a sus primeros hijos. Es decir, a los que él ha dado el derecho de vivir en el cielo. Se han acercado a Dios, el juez de todos; a los espíritus de los justos a quienes Dios ha hecho perfectos.

Gracias a la fe, Dios habló a favor de nuestros antepasados.

Pero al que él declare justo vivirá para siempre, gracias a la fe. Y, si deja de creer, no será de mi agrado».

Se requiere además que hablen bien de él los que no pertenecen a la iglesia, para que no quede en vergüenza ante el pueblo y caiga en la trampa del diablo.

Todo esto lo ha hecho Dios. Él nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo y nos dio la tarea de anunciar este mensaje de reconciliación.

De hecho, este mensaje nos dice que Dios nos declara justos. Y Dios hace esto solo porque hemos creído en él. Ese ha sido su plan desde el principio, tal como dicen las Escrituras: «El justo vivirá para siempre, gracias a la fe».

Tengo la misma esperanza que estos hombres tienen. Es decir, que Dios hará resucitar a los justos y a los injustos.

»Vino a verme un tal Ananías, hombre que amaba a Dios y que obedecía la Ley. Los judíos de Damasco lo respetaban mucho.

Así que inmediatamente mandé a llamarte, y tú has tenido la bondad de venir. Ahora estamos todos aquí, en la presencia de Dios, para escuchar todo lo que el Señor te ha pedido que nos digas.

Él se hospeda con Simón el curtidor, que tiene su casa junto al mar.

Elijan de entre ustedes a siete hombres, para encargarles esta responsabilidad. Deben ser gente de confianza, llenos del Espíritu y de sabiduría.

»No ruego solo por estos. Ruego también por los que han de creer en mí por el mensaje de ellos,

Les he entregado las palabras que me diste, y ellos las aceptaron. Saben con certeza que salí de ti y han creído que tú me enviaste.

Les aseguro que el que recibe al que yo envío me recibe a mí. Y el que me recibe a mí recibe al que me envió».

―Señor —contestó Simón Pedro—, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.

El Espíritu da vida; la carne no vale para nada. Las palabras que les he hablado son espíritu y son vida.

»Les aseguro que el que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna. No será juzgado, sino que ha pasado de la muerte a la vida.

Había un hombre bueno y justo llamado José, miembro del tribunal.

Ahora bien, en Jerusalén había un hombre llamado Simeón. Era un hombre justo, que amaba a Dios, y aguardaba con esperanza la liberación de Israel. El Espíritu Santo estaba con él

Quizá haya alguien que se avergüence de mí y de mis palabras en medio de esta gente infiel y pecadora. Si es así, el Hijo del hombre se avergonzará de esa persona cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.

porque Herodes temía a Juan y lo protegía. Sabía que era un hombre justo y santo. Cuando Herodes oía a Juan, se quedaba muy confundido, pero lo escuchaba con gusto.

Como José, su esposo, era un hombre justo y no quería exponerla a vergüenza pública, decidió divorciarse de ella en secreto.

Entonces, advertidos en sueños de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.

Quizá haya alguien que se avergüence de mí y de mis palabras. Si es así, el Hijo del hombre se avergonzará de esa persona cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.

Pedro bajó y les dijo a los hombres: ―Aquí estoy; yo soy el que ustedes buscan. ¿Qué asunto los ha traído por acá?

Cornelio contestó: ―Hace tres días a esta misma hora, las tres de la tarde, estaba yo en casa orando. De repente apareció delante de mí un hombre vestido con ropa brillante

será castigado. Dios se enojará terriblemente y lo castigará con toda su fuerza. Lo hará sufrir con fuego y azufre, en presencia de los santos ángeles y del Cordero.




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