Pedro bajó y les dijo a los hombres: ―Aquí estoy; yo soy el que ustedes buscan. ¿Qué asunto los ha traído por acá?
Por eso, cuando mandaron por mí, vine sin dudar. Ahora permítanme preguntarles: ¿para qué me hicieron venir?
―¿Qué quieres que haga por ti? —le preguntó. ―Maestro, quiero ver —respondió el ciego.
Date prisa, baja y no dudes en ir con ellos, porque yo los he enviado».
Ellos le contestaron: ―Venimos de parte del capitán Cornelio, un hombre justo y que adora a Dios, respetado por todo el pueblo judío. Un ángel de Dios le dijo que tenía que invitarlo a usted a su casa, porque usted tiene algo que decirle.