Todos, en un mismo espíritu, se dedicaban a la oración. Se reunían con los hermanos de Jesús, María su madre y otras mujeres.
Oren en todo momento y, guiados por el Espíritu Santo, hagan sus peticiones y ruegos. Manténganse alerta y sin dejar de orar por todos los creyentes.
Así nosotros nos dedicaremos de lleno a la oración y al ministerio de la palabra».
Tomen tiempo para orar, siempre alertas y dando gracias por todo.
Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración.
Vivan alegres, pues ustedes tienen esperanza. Muestren paciencia cuando les toque sufrir y nunca dejen de orar.
Jesús les contó a sus discípulos una parábola para mostrarles que debían orar siempre, sin desanimarse.
Si ustedes creen, recibirán todo lo que pidan en oración.
Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar.
Pues, si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!».
No dejaban de reunirse unánimes en el Templo ni un solo día. De casa en casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad.
Y estaban continuamente en el Templo, alabando a Dios.
Mientras Jesús le hablaba a la gente, se presentaron su madre y sus hermanos. Se quedaron afuera y deseaban hablar con él.
Las mujeres eran María Magdalena, Juana, María la madre de Santiago y las demás que las acompañaban.
Las mujeres que habían acompañado a Jesús desde Galilea siguieron a José. Querían ver la tumba y cómo colocaban el cuerpo.
Pero todos los conocidos de Jesús se quedaron mirando desde lejos. Incluso las mujeres que lo habían seguido desde Galilea se quedaron lejos.
Cuando pasó el sábado, María Magdalena, María la madre de Santiago, y Salomé compraron perfumes para ir a ungir el cuerpo de Jesús.
Algunas mujeres miraban desde lejos. Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Santiago el menor y de José, y Salomé.
Estaban allí, mirando de lejos, muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle.
Al instante se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron a los once y a los que estaban reunidos con ellos.
―Tu madre y tus hermanos están afuera y quieren verte —le avisaron.
Por esta razón, el que habla en lenguas pida en oración el don de interpretar lo que diga.