Si esto es así, ¡cuánto más poder tiene la sangre de Cristo! Porque, por medio del Espíritu eterno, Cristo se ofreció sin pecado a Dios. Su sangre limpiará nuestra conciencia, y no se nos declarará culpables de pecados que conducen a la muerte eterna, para que sirvamos al Dios viviente.
Primero, Moisés dio a conocer todos los mandamientos de la Ley a todo el pueblo. Después tomó en sus manos la sangre de los toros y de los chivos junto con agua, lana roja y ramas de hisopo. Luego la roció sobre el libro de la Ley y sobre todo el pueblo