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Referencias Cruzadas

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Hebreos 7:27

Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

A diferencia de los otros sumos sacerdotes, él no tiene que ofrecer sacrificios día tras día, primero por sus propios pecados y luego por los del pueblo. Por el contrario, él ofreció su vida en sacrificio una sola vez y para siempre.

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23 Referencias Cruzadas  

De igual manera, Cristo fue ofrecido en sacrificio una sola vez para quitar los pecados de muchos. Después aparecerá por segunda vez. Pero ya no vendrá para morir por el pecado de alguno, sino para traer salvación a quienes esperan su regreso.

Cristo entró una sola vez y para siempre en el Lugar Santísimo. No entró con sangre de chivos y toros, sino con su propia sangre. Así logró para nosotros una liberación eterna.

Si esto es así, ¡cuánto más poder tiene la sangre de Cristo! Porque, por medio del Espíritu eterno, Cristo se ofreció sin pecado a Dios. Su sangre limpiará nuestra conciencia, y no se nos declarará culpables de pecados que conducen a la muerte eterna, para que sirvamos al Dios viviente.

Amen a los demás así como Cristo nos amó y murió por nosotros. Su sacrificio fue para Dios como ofrenda de olor agradable.

Por tal razón se ve obligado a ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como también por los del pueblo.

Él se entregó a la muerte por nosotros, para rescatarnos de toda maldad y limpiarnos de pecado y tener así un pueblo elegido, dedicado a hacer el bien.

Cuando Cristo murió, el pecado perdió para siempre su poder sobre él. Y, ahora que vive, vive solo para Dios.

Ni entró en el cielo para ofrecerse una y otra vez, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena.

Pero en la segunda parte entra únicamente el sumo sacerdote. Y lo hace solo una vez al año, con un recipiente lleno de la sangre de los animales sacrificados. Esta sangre la ofrece a Dios para pedir perdón por sus propios pecados y por los del pueblo; pecados cometidos sin darse cuenta.

Todo sumo sacerdote es elegido de entre los hombres. Es nombrado para representar a su pueblo ante Dios y ofrecer ofrendas y sacrificios por el perdón de los pecados.

Gracias a Cristo también ustedes, los no judíos, forman parte de esa casa donde Dios vive por medio de su Espíritu.

Si Jesús estuviera en la tierra, ni siquiera sería sacerdote. Pues aquí ya hay sacerdotes que presentan las ofrendas que exige la Ley.

Si Cristo hubiera tenido que hacer lo mismo, habría sufrido muchas veces desde la creación del mundo. Al contrario, ahora, al final de los tiempos, se ha presentado una sola vez y para siempre. De este modo, por medio de su propio sacrificio, acabó con el pecado.




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