mientras que este llegó a serlo con el juramento de Dios, que le dijo: «El Señor ha jurado, y no cambiará de opinión: “Tú eres sacerdote para siempre”».
De hecho, la Ley nombra sumos sacerdotes a hombres débiles. Pero el juramento, que es posterior a la Ley, nombra sumo sacerdote al Hijo, quien ha sido hecho perfecto para siempre.