Pero deseamos que cada uno de ustedes siga mostrando hasta el final ese mismo esfuerzo. Así podrán ver completamente cumplida la promesa en la que han confiado.
Mis queridos hermanos en la fe, ustedes siempre han obedecido. Y, así como lo han hecho en mi presencia, háganlo mucho más ahora en mi ausencia. Por eso les pido que con todo respeto y amor a Dios vivan demostrando que son salvos.
En otro tiempo también nosotros éramos tontos y desobedientes. Fuimos engañados y nos hicimos esclavos de toda clase de malos deseos y placeres. Vivíamos haciendo el mal y llenos de envidia. Éramos gente odiosa y nos odiábamos unos a otros.
»Las enseñanzas de la Ley y de los Profetas se proclamaron hasta Juan. Desde entonces se anuncia la buena noticia del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él.
Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos ha venido avanzando contra viento y marea. Los que se esfuerzan logran aferrarse a él.
»Entren por la puerta estrecha. Porque la puerta ancha y el camino espacioso conducen a la destrucción, y muchos entran por esa puerta y van por ese camino.
Vivían siguiendo el ejemplo de la gente de este mundo. Hacían todo lo que les indicaba el diablo, que es el espíritu que gobierna con poder en el aire. Es él quien gobierna sobre los que no obedecen a Dios.
No trabajen por la comida que pronto se acaba. Trabajen por la que permanece para vida eterna. Esa comida se la dará el Hijo del hombre, sobre quien Dios el Padre ha puesto su sello de aprobación.
Sin embargo, todavía falta que algunos entren a disfrutar de ese descanso. Pero los primeros a quienes se les anunció la buena noticia no lo disfrutaron por causa de su desobediencia.