Dios no puso el mundo futuro del que estamos hablando bajo el dominio de los ángeles.
Pero, según su promesa, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en los que todo se hará con justicia.
El séptimo ángel tocó su trompeta. Entonces en el cielo se escucharon fuertes voces que decían: «El reino del mundo ha pasado a ser de nuestro Señor y de su Cristo. Él reinará para siempre».
Y esta buena noticia del reino se predicará en todo el mundo como testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin.
Pues aquí no tenemos una ciudad que dure para siempre, por eso buscamos la ciudad que está por llegar.