Ahora bien, las promesas se les hicieron a Abraham y a su hijo. La Escritura no dice: «y a los descendientes», como refiriéndose a muchos, sino: «y a tu descendencia», dando a entender uno solo. Esa era una clara referencia a Cristo.
En efecto, nuestros padres nos disciplinaban por un breve tiempo, como mejor les parecía. En cambio, Dios lo hace para nuestro bien, a fin de que participemos de su santidad.
Los seres humanos juran por alguien superior a ellos mismos. De este modo, el juramento, al confirmar lo que se ha dicho, pone punto final a toda discusión.
Por eso era necesario que en todo se pareciera a ellos. Lo hizo para ser un sumo sacerdote fiel y lleno de amor al servicio de Dios. De este modo pudo ofrecer un sacrificio para el perdón de los pecados del pueblo.