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Referencias Cruzadas

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30 Referencias Cruzadas  

Si alguien afirma: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano en la fe, es un mentiroso. Pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto.

En fin, vivan en armonía los unos con los otros. Compartan penas y alegrías, amen a sus hermanos en la fe, sean compasivos y humildes.

Ustedes han aceptado el verdadero mensaje de Dios, y por eso él los ha limpiado de pecado. Ahora aman con amor sincero a sus hermanos en la fe. Así que ámense de todo corazón los unos a los otros.

A esa entrega, agreguen afecto por los hermanos en la fe, y a eso agreguen el amor.

Respeten a todos como es debido. Amen a los hermanos en la fe, respeten a Dios y al rey.

Preocupémonos los unos por los otros, para animarnos a amar a los demás y hacer lo bueno.

Hermanos en la fe, siempre debemos dar gracias a Dios por ustedes. Y es justo hacerlo, porque su fe en Dios es cada vez más grande, y el amor que demuestran hacia otros sigue siendo mucho.

Sobre todo, ámense los unos a los otros profundamente, porque el amor perdona gran cantidad de pecados.

En cambio, los que viven guiados por el Espíritu muestran amor por los demás, son alegres y tienen paz. El Espíritu los hace tener paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad,

Les hablo así, hermanos en la fe, porque ustedes han sido llamados a ser libres. Pero no usen esa libertad para dejar que los malos deseos los controlen. Más bien ayúdense unos a otros con amor.

Sin embargo, tengo en tu contra que has dejado de amar como al principio.

Y este es su mandamiento: que creamos en su Hijo Jesucristo y nos amemos los unos a los otros, tal como él lo ha ordenado.

Gracias a lo que Cristo Jesús hizo por nosotros, ya no importa si estamos o no circuncidados. Lo que importa es creer en Cristo y que esa fe nos lleve a amar a los demás.

Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros.

Amen a los demás así como Cristo nos amó y murió por nosotros. Su sacrificio fue para Dios como ofrenda de olor agradable.

Hagan el esfuerzo de vivir en paz con todos. La paz que proviene del Espíritu los mantendrá unidos.

Todos los creyentes eran de un solo sentir y pensar. Nadie consideraba suya ninguna de sus posesiones, sino que las compartían.

Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar.




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