Por tanto, sigan en la carrera de la vida, renueven las fuerzas de sus manos débiles y de sus rodillas cansadas.
Así pues, piensen en aquel que soportó tanta oposición por parte de los pecadores. Si hacen esto, no se cansarán ni perderán el ánimo.
Hermanos en la fe, también les rogamos que llamen la atención a los perezosos, denles ánimo a los desanimados, ayuden a los débiles y sean pacientes con todos.
Han olvidado las palabras de aliento que Dios da a sus hijos: «Hijo mío, no desprecies la disciplina del Señor, ni te desanimes cuando te castigue.