Gracias a la fe, Dios habló a favor de nuestros antepasados.
Dios habló bien de todos ellos, gracias a la fe. Sin embargo, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa.
Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín. Por eso Dios lo consideró justo, pues él aceptó su ofrenda. Y, a pesar de estar muerto, Abel sigue hablando por medio de su fe.
Dios habló en otras épocas a nuestros antepasados. Lo hizo por medio de los profetas en diversas ocasiones y de varias maneras.