Así que no ponemos nuestra atención en las dificultades que ahora vemos, sino en cosas que no se ven. Pues lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno.
Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas. Pero, por la fe, las vieron y saludaron de lejos. Reconocieron que aquí en la tierra estaban de paso, como si fueran extranjeros y peregrinos.