Hermanos en la fe, también les rogamos que llamen la atención a los perezosos, denles ánimo a los desanimados, ayuden a los débiles y sean pacientes con todos.
Cristo aceptó como suyos nuestros pecados, y así fue a morir en la cruz. Lo hizo para que dejáramos de pecar y viviéramos para hacer el bien. Él fue herido como castigo, para que ustedes fueran sanados.
Entre los que no tienen la Ley vivo como uno de ellos, para que ellos crean (aunque no estoy libre de la Ley de Dios, sino comprometido con lo que Cristo ordena).
Contestó Jesús: ―¡Ay de ustedes también, expertos en la Ley! Ponen sobre los demás pesadas cargas que apenas se pueden soportar, pero ustedes mismos no levantan ni un dedo para ayudarlos.
Pero dichosa es la persona que se fija atentamente en la ley perfecta que da libertad. No se contenta con oírla, para luego olvidarla, sino que la pone en práctica.
Hubiera sido mejor que ellos no conocieran la correcta manera de vivir. Sí, eso sería mejor que dejar de hacer lo correcto después de haber conocido el santo mandamiento que se les dio.
Recuerden el mensaje que los santos profetas anunciaron en el pasado. También recuerden el mandamiento que dio nuestro Señor y Salvador por medio de los apóstoles.