En aquel tiempo el hijo que nació por decisión humana persiguió al hijo que nació gracias al poder del Espíritu. Y así también sucede ahora, pues los que son esclavos de la Ley nos persiguen a los que somos libres de la Ley.
El que cree en el Hijo de Dios acepta lo que Dios dice acerca de su Hijo. El que no le cree a Dios está diciendo que él es un mentiroso, pues no cree en lo que Dios ha dicho acerca de su Hijo.