Incluso a Tesalónica me enviaron ayuda una y otra vez para llenar mis necesidades.
Recordarán, hermanos en la fe, nuestros esfuerzos y luchas para anunciarles la buena noticia de Dios. Trabajamos día y noche para que no tuvieran que apoyarnos con dinero.
Atravesando Anfípolis y Apolonia, Pablo y Silas llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de los judíos.
Sí, deseábamos visitarlos. Yo mismo, Pablo, más de una vez intenté ir. Pero Satanás nos lo ha impedido.
Que aprendan los nuestros a esforzarse en hacer el bien, para que atiendan necesidades reales y no lleven una vida inútil.