Biblia Todo Logo
Referencias Cruzadas

- Anuncios -




Filipenses 2:8

Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Al hacerse hombre, se humilló a sí mismo y fue obediente hasta la muerte, ¡y muerte en una cruz!

Ver Capítulo Copiar

26 Referencias Cruzadas  

Nadie me la arrebata, sino que yo la entrego por mi propia voluntad. Tengo autoridad para entregarla, y tengo también autoridad para volver a recibirla. Este es el mandamiento que recibí de mi Padre».

Fijemos la mirada en la meta, que es Jesús, quien nos dio y perfeccionó nuestra fe. Él, por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, sin importarle la vergüenza que ella significaba. Y ahora está sentado en el sitio de más honor, al lado derecho del trono de Dios.

Por la desobediencia de uno solo, muchos pecaron. Pero ahora, por la obediencia de uno solo, muchos serán declarados justos.

Cristo aceptó como suyos nuestros pecados, y así fue a morir en la cruz. Lo hizo para que dejáramos de pecar y viviéramos para hacer el bien. Él fue herido como castigo, para que ustedes fueran sanados.

Porque Cristo murió para perdonar nuestros pecados una sola vez, y es suficiente. Él, que era justo, murió por nosotros, que éramos injustos. Así nos acercó a Dios. Él sufrió la muerte en su cuerpo, pero el Espíritu hizo que volviera a la vida.

Ya conocen el gran amor que les tiene nuestro Señor Jesucristo. No lo merecían, pero él, aunque era rico, se hizo pobre para ayudarlos. Lo hizo para que, por medio de su pobreza, ustedes llegaran a ser ricos.

Yendo un poco más allá, se arrodilló, se inclinó hasta tocar el suelo con su rostro, y oró: «Padre mío, si es posible, no me hagas beber este trago amargo. Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú».

Lo humillaron y no le hicieron justicia. ¿Quién describirá a todos sus parientes?, porque su vida fue arrancada de la tierra».

Él se entregó a la muerte por nosotros, para rescatarnos de toda maldad y limpiarnos de pecado y tener así un pueblo elegido, dedicado a hacer el bien.

Cristo nos rescató de la maldición de la Ley. Él aceptó que esa maldición cayera sobre él. Pues las Escrituras dicen: «Maldito todo el que es colgado de un madero».

Pero el mundo tiene que saber que amo al Padre, y que hago exactamente lo que él me ha ordenado que haga. »¡Levántense, vámonos de aquí!

Si obedecen mis mandamientos, permanecerán en mi amor. Yo he obedecido los mandamientos de mi Padre, por eso permanezco en su amor.

Por segunda vez se retiró y oró: «Padre mío, si no es posible evitar que yo beba este trago amargo, hágase tu voluntad».

Allí cambió su apariencia en presencia de ellos; su rostro resplandeció como el sol, y su ropa se volvió blanca como la luz.

―Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra —les dijo Jesús—.

Mientras oraba, su rostro se transformó, y su ropa se volvió blanca y radiante.

Es cierto que ustedes tienen una lucha contra el pecado. Sin embargo, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.




Síguenos en:

Anuncios


Anuncios