Entonces hagan que mi alegría sea completa. Pónganse de acuerdo entre ustedes, vivan unidos por un mismo amor, un mismo sentimiento y una misma manera de pensar.
Pero ustedes conocen la buena conducta de Timoteo, que ha servido conmigo en el anuncio de la buena noticia. Me ha ayudado como un hijo ayuda a su padre.
Dijo esto no porque se interesara por los pobres, sino porque era un ladrón. Como tenía a su cargo la bolsa del dinero, acostumbraba robarse lo que echaban en ella.
Esta carta va dirigida a ti, Timoteo, mi verdadero hijo en la fe. Les pido a Dios el Padre y a Cristo Jesús nuestro Señor que te permitan gozar de su inmerecido amor, de su bondad y de su paz.
Si enseñas estas cosas a los creyentes, serás un buen servidor de Cristo Jesús. Serás un servidor que ha alimentado su mente con las verdades de la fe y de la buena enseñanza que paso a paso has seguido.
Tú, en cambio, has seguido paso a paso mis enseñanzas, mi manera de vivir, mi propósito y mi fe. Sabes de la paciencia que he tenido, del amor que tengo por los demás y de cómo soporto las dificultades.