Luego hicieron una corona de espinas y se la colocaron en la cabeza, y en la mano derecha le pusieron una vara. Arrodillándose delante de él, se burlaban diciendo: ―¡Viva el rey de los judíos!
Los que habían muerto en el mar se presentaron ante Dios. También se presentaron los muertos que estaban en el reino de la muerte. Cada uno fue juzgado según lo que había hecho.
Pues así como tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre de un gran pez, también tres días y tres noches estará el Hijo del hombre en las entrañas de la tierra.