Me alegré muchísimo al saber que algunos de ustedes, que son parte de la iglesia, siguen viviendo de acuerdo a la verdad que se les ha enseñado. Así es como Dios el Padre nos ha ordenado vivir.
Entonces hagan que mi alegría sea completa. Pónganse de acuerdo entre ustedes, vivan unidos por un mismo amor, un mismo sentimiento y una misma manera de pensar.
Queridos hermanos en la fe, los amo y extraño mucho. Ustedes son mi alegría y mi motivo de orgullo. Les pido que no dejen de confiar en el Señor nunca.
Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.