Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de ustedes.
Siempre doy gracias a mi Dios por ustedes, pues él les ha dado su inmerecido amor por medio de Cristo Jesús.
Al recordarte de día y de noche en mis oraciones, siempre doy gracias a Dios. Mis antepasados y yo hemos servido a Dios con una conciencia tranquila.
No encontramos palabras para dar suficientes gracias a nuestro Dios por ustedes. Nos han dado una gran alegría delante de él.
Hermanos en la fe, siempre debemos dar gracias a Dios por ustedes. Y es justo hacerlo, porque su fe en Dios es cada vez más grande, y el amor que demuestran hacia otros sigue siendo mucho.
Pero, gracias a Dios, aunque antes eran esclavos del pecado, ahora viven obedeciendo de corazón la enseñanza que les fue dada.