Aristarco, mi compañero de cárcel, les manda saludos, como también Marcos, el primo de Bernabé. En cuanto a Marcos, ustedes ya han recibido instrucciones; si va a visitarlos, recíbanlo bien.
En seguida toda la ciudad se alborotó. Todos fueron al teatro, y agarraron a Gayo y a Aristarco. Ellos eran de Macedonia y acompañaban a Pablo en su viaje.
Subimos a bordo de un barco del puerto de Adramitio, que estaba a punto de salir hacia los puertos de la provincia de Asia. Nos acompañaba Aristarco, un macedonio de Tesalónica, y con él comenzamos el viaje.
Y a ti, mi fiel compañero, te pido que ayudes a estas mujeres que han luchado a mi lado en el anuncio de la buena noticia. Han luchado junto con Clemente y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida.
Ahora bien, creo que es necesario enviarles de vuelta a Epafrodito. Ustedes me enviaron a este hermano en la fe, colaborador y compañero de lucha, para atenderme en mis necesidades.
Tito, por otra parte, es mi compañero y ayudante entre ustedes. En cuanto a los otros dos hermanos en la fe, les digo que son enviados de las iglesias y son gente que honra a Cristo.
Saludos de parte de los que aquí en Babilonia creen en Cristo y han sido elegidos como ustedes. También reciban saludos de Marcos, quien es como un hijo para mí.