Obedezcan a sus dirigentes, respeten sus órdenes. Pues ellos cuidan de ustedes como quienes tienen que rendir cuentas. Obedézcanlos para que ellos cumplan su tarea con alegría y sin quejarse. Si ellos tienen que realizar su tarea quejándose, eso no es provechoso para ustedes.
Queridos hermanos en la fe, los amo y extraño mucho. Ustedes son mi alegría y mi motivo de orgullo. Les pido que no dejen de confiar en el Señor nunca.
Todo esto nos hace sentir mejor. Además del consuelo que hemos recibido, nos alegró muchísimo el ver lo feliz que estaba Tito debido a que todos ustedes fortalecieron su ánimo.