Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos, sino edúquenlos como el Señor lo haría, con disciplina y sabios consejos.
Padres, no hagan enojar a sus hijos, para que no se desanimen.
Desde tu niñez conoces las Sagradas Escrituras, que pueden darte la sabiduría necesaria para la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús.
Traigo a la memoria tu fe sincera, la cual tuvieron primero tu abuela Loida y tu madre Eunice. Estoy convencido de que esa fe está en ti ahora.
para que te vaya bien y disfrutes de una larga vida en la tierra».