Tomen la buena noticia de la paz y predíquenla, pues esos serán sus zapatos de guerra.
¿Y quién les predicará sin ser enviado? Así dicen las Escrituras: «¡Qué hermoso es recibir al mensajero que trae buenas noticias!».
Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies.
«Lleven sandalias —dijo—, pero no dos mudas de ropa».