Ahora, aunque sufro por ustedes, me alegro. Pues así voy completando en mí mismo lo que falta de los sufrimientos de Cristo por su iglesia, que es su cuerpo.
Si sufrimos, es para que ustedes tengan consuelo y salvación. También, si somos consolados, es para que ustedes tengan consuelo. Ese consuelo los ayudará a soportar con paciencia los mismos sufrimientos que nosotros pasamos.
Allí fortalecían a los discípulos y los animaban a seguir creyendo. Les decían: «Es necesario pasar por muchas dificultades para entrar en el reino de Dios».