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Referencias Cruzadas

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Apocalipsis 8:7

Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

El primer ángel tocó su trompeta. Entonces fueron echados sobre la tierra granizo y fuego mezclados con sangre. Y se quemó la tercera parte de la tierra, la tercera parte de los árboles y toda la hierba verde.

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29 Referencias Cruzadas  

Se les ordenó que no dañaran la hierba de la tierra, ni ninguna planta ni ningún árbol. Tan solo podían hacer daño a las personas que no llevaran en la frente el sello de Dios.

La tercera parte de la humanidad murió a causa de estos tres castigos: el fuego, el humo y el azufre que salían de la boca de los caballos.

Esos cuatro ángeles habían sido preparados precisamente para esa hora, ese día, mes y año. Así que quedaron sueltos para matar a la tercera parte de la humanidad.

Del cielo cayeron sobre la gente enormes granizos, de casi cuarenta kilos cada uno. La gente maldecía a Dios por ese terrible castigo.

El primer ángel fue y derramó su copa sobre la tierra. Entonces a todos los que tenían la marca de la bestia y que adoraban su imagen les salió una llaga maligna y repugnante.

Con la cola arrastró la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la tierra. La mujer estaba ya a punto de tener a su hijo. Entonces el dragón se plantó delante de ella para comerse a su hijo tan pronto naciera.

Miré, ¡y apareció un caballo amarillento! El jinete se llamaba Muerte, y el representante del infierno lo seguía de cerca. Y se les otorgó poder sobre la cuarta parte de la tierra. Podían matar por medio de la espada, el hambre, las epidemias y los animales salvajes de la tierra.

Pues las Escrituras dicen: «Toda persona es como la hierba, y toda su gloria es como la flor del campo. La hierba se seca y la flor se cae,

El sol, cuando sale, seca la planta con su fuerte calor. A esta se le cae la flor, y pierde su belleza. Así también desaparecerá el rico junto con sus empresas.

Después de esto vi a cuatro ángeles en los cuatro puntos cardinales de la tierra. Estaban allí de pie, deteniendo los cuatro vientos para que estos no se desataran sobre la tierra, el mar y los árboles.




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