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Referencias Cruzadas

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Apocalipsis 4:8

Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Cada uno de ellos tenía seis alas y estaba lleno de ojos por dentro y por fuera. Y día y noche repetían sin parar: «Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era y que es y que ha de venir».

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42 Referencias Cruzadas  

«Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último —dice el Señor Dios—. El que es y que era y que vendrá, el Todopoderoso».

También había algo parecido a un mar, transparente como el cristal. En el centro, rodeando el trono, había cuatro seres vivientes. Estos estaban llenos de ojos por delante y por detrás.

Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos.

Cantaban el himno de Moisés, servidor de Dios, y el himno del Cordero. Cantaban así: «Todo lo que haces es grande y maravilloso, Señor Dios Todopoderoso. Todo lo que haces es justo y correcto, Rey de las naciones.

Adoraron diciendo: «Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, que eres y que eras. Te damos gracias porque has demostrado tu gran poder y has comenzado a reinar.

Oí también que desde el altar alguien respondía: «Así es, Señor Dios Todopoderoso, verdaderos y justos son tus juicios».

Por eso están delante del trono de Dios, y día y noche le sirven en su templo. Dios, que está sentado en el trono, los protegerá en su santuario.

No vi ningún templo en la ciudad, porque el Señor Dios Todopoderoso y el Cordero son su templo.

De su boca salía una espada afilada, con la que herirá a las naciones. «Las gobernará con mucha dureza». Él mismo exprime uvas para sacar el vino que representa el terrible enojo del Dios Todopoderoso.

»Escribe al ángel de la iglesia de Filadelfia: El Santo, el Verdadero, el que tiene la llave del reino de David. El que abre y nadie puede cerrar. El que cierra y nadie puede abrir, dice esto:

Los saluda Juan. Escribo este libro a las siete iglesias que están en la provincia de Asia. Le pido a Dios, quien es, era y vendrá, que los llene de su amor inmerecido y de su paz. Lo mismo pido a los siete espíritus que están delante de su trono

El trono estaba rodeado por otros veinticuatro tronos. En estos estaban sentados veinticuatro líderes vestidos de blanco y con una corona de oro en la cabeza.

Yo seré un Padre para ustedes, y ustedes serán mis hijos y mis hijas —dice el Señor Todopoderoso».

Eran espíritus de demonios que hacían cosas maravillosas. Salieron a reunir a los reyes del mundo entero para el día de la gran batalla del Dios Todopoderoso.

El humo de ese fuego con que lo hará sufrir nunca dejará de subir. No habrá descanso ni de día ni de noche para el que adore a la bestia y su imagen. Tampoco lo habrá para quien se deje poner la marca de su nombre».

Predica el mensaje de Dios, nunca dejes de hacerlo, aunque no parezca ser el mejor momento. Corrige, reprende y anima con mucha paciencia a todos, sin dejar de enseñar.

Ten cuidado de tu conducta y de tu enseñanza. Si no dejas de hacerlo, te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen.

Recordarán, hermanos en la fe, nuestros esfuerzos y luchas para anunciarles la buena noticia de Dios. Trabajamos día y noche para que no tuvieran que apoyarnos con dinero.

Así que estén alerta. Recuerden que día y noche, durante tres años, no he dejado de aconsejar con lágrimas a cada uno en particular.

Estos seres vivientes adoraban, honraban y daban gracias al que está sentado en el trono y vive para siempre. Cada vez que hacían eso,

Entonces vi a un Cordero que estaba de pie y parecía haber sido sacrificado. Estaba en medio de los cuatro seres vivientes y del trono y de los líderes. Tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.

Vi cuando el Cordero rompió el primero de los siete sellos. Entonces oí a uno de los cuatro seres vivientes, que decía con una voz fuerte como de trueno: «¡Ven!».

Y oí una voz en medio de los cuatro seres vivientes que decía: «Vende un kilo de trigo, o tres kilos de cebada, por el salario de un día; pero no afectes el precio del aceite ni del vino».

Todos los ángeles estaban de pie alrededor del trono, de los líderes y de los cuatro seres vivientes. Ellos se arrodillaron delante del trono, se inclinaron hasta tocar el suelo con su rostro, y adoraron a Dios

Y cantaban un himno nuevo delante del trono y delante de los cuatro seres vivientes y de los líderes. Solo los ciento cuarenta y cuatro mil podían aprender aquel himno. Solo ellos, que habían sido salvados de la tierra, podían aprenderlo. ¡Nadie más podía aprender ese himno!

Uno de los cuatro seres vivientes dio a cada uno de los siete ángeles una copa de oro. Cada copa estaba llena del enojo de Dios, quien vive para siempre.

Entonces los veinticuatro líderes y los cuatro seres vivientes se arrodillaron y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono, y dijeron: «¡Amén, Aleluya!».




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