Luego miré, y vi que el Cordero estaba de pie sobre el monte Sion. Lo acompañaban ciento cuarenta y cuatro mil personas. Estas personas llevaban escrito en la frente el nombre del Cordero y de su Padre.
Al vencedor le daré un lugar importante en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí. Sobre él escribiré el nombre de mi Dios. También escribiré el nombre de la nueva Jerusalén, ciudad de mi Dios. Esta ciudad baja del cielo de parte de mi Dios. Además, escribiré sobre él mi nombre nuevo.
Ahora vemos de manera imperfecta, como en un espejo borroso. Pero un día veremos todo con perfecta claridad. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como Dios me conoce.
»Padre, quiero que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy. Que vean la gloria que me diste porque me has amado desde antes de la creación del mundo.