Además el ángel me dijo: «Las aguas que has visto, donde está sentada la ciudad idólatra, representan a gente de todos los pueblos, multitudes, naciones e idiomas.
A los cuatro ángeles se les había permitido hacer daño a la tierra y al mar. Entonces vi también a otro ángel que venía del oeste con el sello del Dios vivo, y este les gritó con voz fuerte a los cuatro ángeles: