El ángel pasó la hoz sobre la tierra. Recogió las uvas y las echó en el gran lugar donde se exprimen las uvas. Esto representa el gran enojo de Dios.
Del altar salió otro ángel, que tenía autoridad sobre el fuego. Le gritó al que llevaba la hoz afilada: «Mete tu hoz y corta los racimos del viñedo de la tierra, porque sus uvas ya están maduras».